16 de octubre de 2015

Madama Butterfly en Almaty

Almaty, Kazakhstan. 16 de octubre de 2015.


Ayer estuvimos en el Teatro de la Ópera de Almaty. Vimos Madama Butterfly cantada en kazajo lo que hizo que al principio me distrajera algo por la sorpresa, esperaba, aunque también sospechaba la posible transcripción, que cantaran en italiano. El tenor, intérprete del papel de Pinkerton, también tuvo parte de culpa de mi lenta entrada en la representación por la falta de calidad de su canto, un parco registro, problemas con los agudos, y una mala actuación. La soprano que actuaba como Butterfly sí era bastante buena, el resto en la media. Aún así disfruté llegando a sentir escalofríos durante el aria de Butterfly en el segundo acto, "un bel di vedremo", cuando intenta convencer a Suzuki de que Pinkerton volverá, y el momento final en el que se despide de su hijo y a continuación se mata. Me llama la atención la programación del teatro con óperas diferentes cada día de la semana, lo que puede explicar la sencilla puesta en escena; la sala sólo estaba llena en el patio de butacas. No es fácil en un país como Kazakhstan la afición por la ópera teniendo en cuenta su historia y su tradición kazaja, sólo los años de ocupación rusa han podido transmitir el gusto por la música clásica y la ópera. En post anteriores he hablado negativamente de esta época soviética en relación a la imposición de manera drástica y violenta de unos parámetros económicos y antirreligiosos, de la creación de una estructura política que favorecería la corrupción enquistada en toda Asia Central y principalmente de la represión estalinista, pero también es cierto que posibilitó el conocimiento de la música, la literatura y en general la cultura rusa.

La visita al Museo de Arte también fue muy satisfactoria. Los nombres de los artistas cuyas obras están allí alojadas no soy capaz de retenerlos y tampoco pude encontrarlos en Internet, pero había bastantes obras que me gustaron, especialmente las que fotografié, unas por su calidad, otras por la temática, y que están al final del post.

Hoy es día tranquilo de lectura y estudio antes de abandonar Kazakhstan mañana por la noche. Me queda en el tintero el Museo de instrumentos musicales y el parque Panfílov pero creo que no iré, queda un poco lejos y me vienen muy bien estos días tranquilos.

Tres horas después, aprovechando que hace sol vamos camino de Medeu, un pueblo en la montaña. Otoño de nuevo esta vez embellecido por la niebla y el atardecer.

Interpretación de Banksy, no apunté el nombre del pintor, pertenecía a una serie de interpretaciones de distintos pintores a lo largo de la Historia. 
La novia vendida, de Kalvindbik 
Bodegón, de Alexander Pirov
Retrato de Amangeldy Imanov, de Abdilkhan Kasteev 
Sin título, de A. Kirvanov 




























13 de octubre de 2015

El otoño en Almaty

Almaty, Kazajstán. 13 de octubre de 2015.


Almaty en esta época del año es una ciudad otoñal, muchos, muchos parques y, donde no los hay, calles flanqueadas en sus aceras por filas de árboles. Pocas ciudades tan agradables nos hemos encontrado. Es, además, una ciudad tranquila, los coches circulan despacio, se detienen en los pasos de cebra y respetan al peatón.

Sacamos los billetes de tren para Urunqui, no había hasta el sábado próximo lo que hace que tengamos una semana tranquila de descanso y de disfrute de la ciudad. Alberto ha reformado, como casi siempre hace, la pequeña habitación en la que vivimos estos días. Ha arrastrado la cama para hacer un hueco junto a la ventana y allí ha colocado la mesa y una de las sillas. El hotel está prácticamente lleno, principalmente por kazajos (de nacionalidad, otra cosa son las etnias a las que pertenezcan) que incluso viven aquí por razones de trabajo; hay una cocina amplia donde por la noche se cocinan sus cenas y conversan entre ellos, también con nosotros hacen su pequeño esfuerzo para intercambiar unas palabras. Ashat, es un joven de treinta y cuatro años que además de dominar perfectamente el inglés tiene una cultura amplia de lecturas y de planteamientos religiosos y filosóficos; es abierto y hablador y se comunica muy bien con todo el que pasa por la cocina. Mi inglés desgraciadamente no da para participar activamente en la conversación que mantiene con nosotros y me tengo que limitar a escuchar o a intervenir escuetamente para no interrumpir la fluidez del discurso entre Alberto y Ashat. 

Ayer visitamos el State Museum. Como siempre en estos países hay una buena parte dedicada a ensalzar al presidente de la nación, otro antiguo cargo comunista más, como en las demás repúblicas centroasiáticas, que gobierna desde la independencia del país en 1991 en una "democracia" sin un real poder legislativo y unas elecciones sospechosas de fraude. En contraposición a esto último, el país ha experimentado un avance notable económicamente, parece que el desempleo es bajo, ocupa un lugar relativamente alto en el Índice de Desarrollo Humano y no se ve la pobreza que encontrábamos en los demás países centroasiáticos, especialmente en Tayikistán. Las otras dos salas que visitamos eran más interesantes, una dedicada a los objetos, hábitos de vida y vestimenta tradicionales (prohibido fotografiar, no pude recoger los bonitos trajes y calzado expuestos) y otra en la que están representadas todas las culturas a las que pertenece la población de Kazajstán: kazajos, rusos, ucranianos, bielorrusos, polacos, judíos, coreanos urguies, chechenos, tártaros.. creo que me olvido de alguno o algunos más.

He vuelto a mi estudio del inglés, a escuchar los podcast que me descargo en el móvil, ayer uno sobre la situación en Afganistán y otro de ese programa genial sobre música clásica que es Música y significado, y hemos comprado entradas para Madame Butterfly en el teatro de ópera y ballet de Almaty, tenía mi música algo abandonada por falta de tiempo.

Hoy toca museo de pintura, espero que no sea como el de Bishkek, una pequeña sala con una treintena de cuadros de pintores kirguies anclados en un impresionismo un tanto trasnochado.

Al final no hubo museo de pintura. Intentamos, dado que hacía buen tiempo, ir a dar un breve paseo por la montaña pero se nos hizo tarde y decidimos subir en el teleférico a la colina que hay junto a la ciudad. Tampoco hubo suerte, están en obras durante todo el mes, así que hoy simplemente paseamos, cosa que tampoco está mal. Mañana llueve.





















8 de octubre de 2015

La garganta de Ala-Archa en Kirguistán y mi menisco rebelde.

Bishkek, Kirguistán. 8 de octubre de 2005


Estoy en la garganta de Ala-Archa, recostada en una piedra esperando que vuelva Alberto. Mi menisco derecho, roto desde antes de salir de Madrid, ha dicho hasta aquí hemos llegado. Ahora toca hacerme a la idea de que los paseos, al menos de momento, pueden ralentizarse.

La garganta de Ala-Archa es un amplio valle surcado por ríos y flanqueado por abedules y abetos. La guía hablaba de los bosques de alerces pero éstos están a lo largo de la carretera que lleva al parque, es una bellísima estampa de otoño con las doradas hojas de estos árboles delante de un paisaje montañoso que a lo lejos muestra altas cumbres cubiertas de nieve.

Retomo la escritura del post en una amplia e iluminada habitación en Bishkek. Cuando Alberto volvió de su caminata hasta el glaciar lo hizo por la orilla opuesta. No se podía atravesar el río por aquel lugar y cada uno caminamos por nuestra cuenta hasta que el río se pudo vadear. El camino que pensábamos iba a ser más fácil se complicó con pedreras continuas y vegetación difícil de atravesar, sobre todo para mí que no podía doblar la pierna lo suficiente como para saltar de piedra en piedra. Al final no quedó más remedio que cruzar el río por tercera vez. Nos desnudamos de cintura para abajo, atamos las botas, las mías las pasé entre los tirantes del macuto y pensando en el pasaporte,el móvil y la cámara que llevaba en el bolsillo de la chaqueta del chándal asegurada con una cinta comenzamos a cruzar una vez más. Siempre he sido un poco patosa para esto de cruzar los ríos pero, curiosamente, ahora que tengo unos cuantos años, camino mejor y crucé los ríos como una campeona. Un pie, un bastón, otro pie, otro bastón, despacio, asegurándose de que las piedras resbaladizas del fondo y la corriente no jugaran una mala pasada. Así que cuando cinco horas después llegamos a la carretera que llevaba al hotel-refugio me sentía tan satisfecha a pesar de mi cojera que incluso tenía la impresión física de haber crecido algún centímetro.

Fue una buena idea el quedarnos a dormir en el parque, la encargada del hotel nos había dejado un radiador encendido y la habitación estaba calentita. Nos regalamos una cerveza en el hotel turístico junto al nuestro y, salvo algún aviso de mi rodilla, dormimos a pierna suelta hasta las diez de la mañana.

No hemos podido volver al hotel de los días pasados anteriormente en Bishkek, no había habitación. Cuando salimos hacia Ala-Archa nos despedimos de Lisa, la amable y acogedora dueña. Su hija, Katia, ha estudiado flamenco en Pekín y ha creado con otros compañeros un grupo de flamenco, el único que hay en Bishkek y posiblemente en Kirguistán. Estaba interesada en ir a España para perfeccionar su baile y la conecté con Eugenia, la mujer de Antonio Gades que lleva su fundación y está además involucrada en un proyecto para llevar el flamenco a las escuelas e institutos, algo que me parece muy interesante.

Llevo unos cuantos días despistada, me cuesta incorporarme a la vida diaria de lectura y tranquilidad. Mis posts sufren esa carencia.

Mañana nos daremos una vuelta por el museo de pintura y pondremos fin a nuestro paso por Kirguistán.

Imágenes:
Garganta de Ala-Archa
Bishkek: mercado, Museo de Historia (¿alguien por ahí ha jugado a las tabas de pequeño?)...