Después de leer tu poema, Rubén.
Voy a calzarme. Abro la puerta del armario del porche. Poco que ver. Siempre me pareció… bueno, siempre… aquella niña, aquella adolescente está tan lejana que dudo de que fuera yo, y además, ¿qué yo? ¿el yo jubilado de hoy jueves, el de mi vida en Gedrez, el reivindicativo del barrio Lucero en los 70, el yo profe de secundaria…?, vale, no divaguemos; decía que siempre me pareció absurdo tener más de un par y decía también que aquí, en el armario del porche poco hay que ver: unos deportivos, unas sandalias, unos zapatos que me compré para una boda (sin tacón, normalitos y que a pesar de eso no me he vuelto a poner), otro par con cordones que uso en Madrid desde hace tres años… poco que calzar.
Pero… ahí, abajo, están mis botas, las que utilizo a diario para pasear por los campos de El Chorrillo, las botas con las que caminé por Lavaredo y por los Cárpatos el verano último, las de los paseos por
Como dice Rubén: Se ajaron antes que yo. Abrimos veredas juntas.
4 comentarios:
Si nos hicieran rozaduras, ni las recordariamos.Las tuyas, con tanta historia, tendrían que estar en un cable de la luz, balanceándose, a la vista de todos, inaccesibles, para poder entrar por los agujeros de sus suelas en tu alma.
Muchos besos
Gracias Rubén, me has hecho sonreír con este comentario tan lindo.
Besos
Hola Victoria, otra visita a tu blog y te encuentro jubilada y viajera. Espero que estés disfrutando y que sgan bien los tuyos. Yo este curso de descanso escolar por licencia de estudios, pero en casa no tengo licencia,aquí toca adolescencia subida de tono... Tiempos que hay que vivir. Un abrazo.
Hola Javier. Me alegro de tener noticias tuyas, ¡Ah los adolescentes! Te ha tocado una época difícil, lo mío fue más fácil. Pero es verdad, son tiempos que hay que vivir y también tienen momentos muy satisfactorios que casi siempre se ven después. Gracias por visitarme.
Un abrazo
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