13 de enero de 2010

Montserrat






Montserrat, 28 de julio
Mi intención era dar un paseo rodeando las Agüillas pero la ruta que iba a llevar Alberto no parecía muy larga y me animé a marchar con él. He vuelto muy cansada, con el cuerpo hecho trizas y el pie y el pinzamiento de las lumbares tan guerreros que no voy a poder caminar en los próximos dos días. Menuda bronca me habría echado mi traumatólogo si me hubiera visto por un agujerito. Que me quiten lo bailao. Nueve horas y pico de subir y bajar, subir y bajar y subir y bajar; un recorrido duro pero precioso, variado y que, a pesar de lo dicho, me reconcilia con mi cuerpo, fuerte y preparado para poder seguir caminando por los montes en cuanto que mi pie esté bien y recupere el fondo perdido.

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