14 de agosto de 2011

Entreacto de René Clair. Mi crítica en Film Affinity



Surrealista, sugerente, dinámica e imprescindible.




La primera parte de Entreacto, creada para ser proyectada tras la obertura del ballet Relâche del que Francis Picabia escribió el libreto, anuncia el cautivador y perturbador despropósito de lo que va a ser el resto de la película, proyectada en su estreno durante el intermedio del ballet.

Erik Satie puso la música, una partitura que no cumple una simple función de acompañante. La música y las imágenes se integran en una sola entidad, hay una compenetración total entre el ritmo sonoro y el visual.

No hay historia pero sí un guión, escrito a partir de unas anotaciones de Picabia, que comprende sucesivos fragmentos inconexos unidos entre sí por el leitmotiv de la imagen de una bailarina. La película nos golpea desde distintos ángulos: sorprende, inquieta -por ejemplo con esas cabezasglobos que se deshinchan-, rompe con la normal percepción de lo real mediante superposiciones, fundidos, giros, cambios de perspectiva y encuadres incoherentes, divierte cuando juega, cuando hace malabarismos con las imágenes y además nos intriga y atrapa mientras narra la aventura surrealista de una carroza fúnebre, su ataúd y sus acompañantes con un ritmo musical y visual cada vez más rápido, y en la que no sucede nada, pero corremos junto a los dolientes y la carroza, cada vez más y más de prisa por caminos, carreteras, campos, parques de atracciones, cruzándonos con barcos, aviones, coches, bicicletas llegando a un final que es como la guinda de un pastel, pequeña pero imprescindible y que cierra la película con un guiño que invita a sonreír.




6 de agosto de 2011

15M Dignidad




Participo desde casa y a veces junto a ellos de sus reivindicaciones, su juventud, su fuerza, su serio optimismo. Les sigo casi de continuo, sobre todo en los momentos más decisivos. Este de  anoche, cinco de agosto, poco antes de las doce de la noche, en la Puerta del Sol es uno de los más emocionantes.

Estábamos dormidos y nos han despertado. Decepcionados, desilusionados desde hace muchos años, desde que la esperanza que pusimos en la transición se nos cayó derrotada por acuerdos, pactos que, no sé, tal vez fueron en parte necesarios. Adaptados, quizá engañados, por “lo bien que vivíamos” y por algunos avances sociales -faltaría más, han pasado muchos años- (y pienso en mejoras en temas como lo referente al matrimonio entre homosexuales, sobre la violencia de género –vaya palabreja-, algunas en relación a los inmigrantes…) que han ocupado primeras planas de la información y entusiasmados por la retirada de las tropas de Irak, nos manteníamos en una planicie algo desértica pero con nuestros pequeños oasis en los que acabamos encerrándonos, adaptados, quizá engañados, repito, escépticos y con la desilusión agazapada en un rinconcito de nuestras personas. Éramos una generación demasiado seria, decíamos, echando la culpa al pasado. Estábamos dormidos y nos despertaron el 15 de mayo, nos habíamos adaptado y volvimos a salir a la calle a gritar y dar botes, éramos serios y sonreímos y nos emocionamos como ayer noche y, sobre todo, hemos vuelto a indignarnos.




Emocionante la entrada del los manifestantes del 15M en la Puerta del Sol. Rostros de todo tipo: jóvenes, bebés, ancianos, gente de cualquier edad, rastras, calvos, tatuados, coquetones y coquetonas, barbudos. Más de mil. Abrazo colectivo, la gente ríe, muestra el símbolo de la victoria, llora… Antes, frente al Ministerio del Interior uno de los heridos por la carga policial del día anterior se dirigió a uno de los policías para hablar con él, le ofreció un clavel, “No voy a coger la flor” se le oyó responder, después aceptó estrecharle la mano. Tienen mucha fuerza, tenemos. Fiesta, alegría y, sobre todo dignidad. La dignidad de la que adolecen los periódicos de hoy.

 “Todo parece indicar que los responsables del orden público pretenden explotar durante agosto los errores cometidos por el 15-M. Su decisión de convertir las protestas en permanentes se ha saldado con una pérdida progresiva de su capacidad de movilización, muy limitada ahora frente a la que demostraron en los días de las elecciones municipales. Los indignados también se han equivocado al considerar que la no intervención policial durante la jornada de reflexión previa al 22 de mayo les había concedido el privilegio de ejercer sus derechos de reunión y manifestación al margen de las leyes, dando por descontada la condescendencia y hasta la resignación de los ciudadanos afectados.” Así, ¿disimuladamente?, El País toma posiciones muy claras. “Los responsables del orden público han contribuido a perturbar la vida ciudadana más de lo que podían haberlo hecho los indignados, al no encontrar otra manera de desalojar a tres centenares escasos de personas más que cerrando a cal y canto zonas completas de la capital, incluyendo el tráfico y el transporte suburbano.”  Vamos a hacer la pelota a los ciudadanos y de paso echamos más leña al fuego. “Lo que puede hacer que la pierdan (se refiere al apoyo de una opinión mayoritaria) es que aparezcan envueltos en un conflicto constante de orden público”. ¿Eso es lo que se busca por parte de los gobiernos centrales y de Madrid? 



Los partidos han reaccionado con cautela.” ¿Alabanza o reconocimiento de sus intereses?

ABC. Aparte de lindezas como éstas: “Pronto y mal ha decaído el 15-M si ésos que juegan al ratón y el gato por Madrid con una Policía maniatada por sus mandos son los indignados de guardia que no se han ido de vacaciones....”
“Todos sabemos cómo acaban las democracias cuando se tiene la obsesión de adjetivarlas demasiado: democracia orgánica, democracias populares, democracia real…”,  está la guinda del pastel: http://www.abc.es/20110806/madrid/abcp-atracadores-infiltrados-20110806.html

Lo mínimo una de cal y otra de arena, Público. Podría seguir con La Razón, Telemadrid, Intereconomía pero eso sería puro masoquismo. Además es muy aburrido.

El caso es que empecé el post porque quería revivir la emoción de la noche de ayer y el pobre casi se ha convertido en un panfleto. No importa, lo dejo así, para tenerlo a mano.

3 de agosto de 2011

Lo peor que le puede pasar a una película mala es que además sea pretenciosa


He comenzado a publicar críticas de cine en Film Affinity, una página de críticos aficionados. Ésta es la de American History X, la película que vi anoche.




La última película que me puso de mal humor fue La verdad de Soraya M. Con American History X he sentido una frustración similar. Sus fallos y su fracasada intención de denuncia son muy similares.

Manipuladora, blanda a pesar de su tema violento, engañosa, predecible, sin ápice de credibilidad y pretenciosa. Haciendo un esfuerzo podría salvar  parte de la fotografía en blanco y negro, pero para ver fotos me voy a una exposición. Por cierto, esos cambios del color al blanco y negro: ¿falta de confianza en la capacidad del espectador para entender la historia? ¿ intento de lucimiento o de progresía cinematográfica?



Pretenciosa porque intenta educar, trata de denunciar, se las da de sociológica... y no lo consigue. Un ejemplo: las palabras de Lincoln: ¿resumen de lo que nos ha querido decir por si no quedaba todo claro? ¿otro intento de lucimiento, de desconfianza a nuestro intelecto? Y para colmo la voz va acompañada por la más que vista fotografía colorista y poética.



Manipuladora. No permite que el  espectador se pregunte, piense, ni siquiera que busque respuestas a las que supuestamente podría hacer (que no hace) la película. Todo lo da hecho, el espectador es para el director un ente pasivo. La música ni acompaña ni aporta, avisa cuándo se debe sentir tristeza, temor, melancolía, forma parte de la manipulación.

 

Patética en su blandura: la madre enferma, la hermanita pequeña, el gordo descerebrado, la novia tan descerebrada como su compañero e histérica perdida, el buensimpáticogracioso negrito y el cínicoinfantil jefe de la banda serían quizá soportables mientras nos comemos unas palomitas si AHX se limitara a ser sólo una mala película.



Engañosa. Qué nos quiere decir, ¿que todos somos malos? ¿que todos somos buenos? ¿que todos los problemas proceden de unas advertencias paternas? Sea lo que sea no lo desarrolla, no busca seriamente posibles causas, conflictos personales; tampoco posibilita que haya una reflexión por parte del espectador fuera de lo ya sabido y repetido acerca del nazismo, racismo, etc., ni que éste se sienta cuestionado por algún detalle aplicable a problemáticas más personales.



Predecible. Imposible no serlo con esos personajes manidos y con ese guión. Intenta despistar al final con la llegada del policía y el “maravilloso” profesor (negro, no faltaba más) buscando a Derek, pero, además de que la intervención es absurda, llega tarde, es un postizo.



Sin credibilidad. Derek pasa sin saber cómo de ser un joven sin opinión a ser un violento, y de su extrema violencia a la transformación -se supone que por su experiencia “única” en la cárcel y su encuentro con el negrito gracioso- en un ángel, sin preguntas, sin reflexión, sin altibajos. Su hermano va más de prisa aún, cambia en una noche mientras se fuma un cigarro. No hay matices ni en los personajes ni en el guión ni en la música; una planicie pampeana …



Los actores no pueden con sus papeles porque también son predecibles, engañosos, patéticos y sin credibilidad, excepto Fairuza Balk, malísima en el papel de novia del protagonista, que ni siquiera tiene esa disculpa.


Hasta aquí la crítica. Van unas cuantas fotos, lo más pasable que tiene la película, el director se encargó también de la dirección de fotografía, trabaja en publicidad.









2 de agosto de 2011

Ya no viajo



Vila-Matas en Lejos de Veracruz
“La mejor manera de viajar es sentir”
Por eso ya no viajo. Siento cuando mis lechugas han perdido todas sus hojas comidas por los malditos conejos, siento cuando Thalos, mi nuevo perro, me da los buenos días con un abrazo que hace que me tambalee peligrosamente, siento cuando aparecen nuevas plántulas de mis coles en el semillero, siento cuando veo el poster de Casablanca junto a mi mesa de trabajo, siento cuando mi chico me llama desde un punto perdido de la Tramontana mallorquina, siento cuando observo, algo perpleja, mi vida anterior y presente.


“Mi empeño idiota en que mi obra maestra fuera mi propia vida”

Perpleja. Hubo una época en que mi empeño era el mismo del protagonista de la novela, Enrique. Y no sé qué pensar. Si no hubiera existido ese empeño ¿habría sido mi vida más parecida a la de Antonio, el hermano del protagonista?


“Incapaz mi hermano de resistir por más tiempo la angustia que le producía, tal como me dijo días antes del suicidio, su vida sin relieve y sepultada antes de nacer: esa vida con todos sus días que se escapan y se acumulan uno igual a otro formando los años, los decenios, la vida tan vacía.”

Creo que, en lo más íntimo de su ser, Enrique envidia al Antonio imaginativo que escribe libros de viajes sin moverse de casa, sin haber viajado más que con su imaginación, envidia su vida sedentaria y reglada y Antonio echa de menos la vida sin razón de su hermano. De hecho Antonio se suicida y Enrique acaba teniendo como único fin escribir un libro repleto de desencanto.

Quizá son la misma persona, dos partes desiguales que se muestran resentidas, compiten, pelean, no se entienden, pero no tienen existencia posible separados a no ser que una absorba a la otra y entonces es el final o la caída en un supervivencia gris.