28 de junio de 2012

Bernard Herrmann (6) Final: El cabo del terror, Fahrenheit 451 y Taxi Driver




El cabo del terror (Lee Thompson, 1962) nos introduce en la pesadilla de un abogado cuya vida tranquila se ve alterada por la persecución a la que se ve sometido, junto a su familia, por parte de un delincuente al que hace años llevó a la cárcel. La película tiene un buen guión que falla sólo al final cuando la acción sustituye a los diálogos y a un ambiente en el que predominaba el terror psicológico, una actuación sobresaliente de Robert Mitchum (cómo cambia la expresión de psicópata por la de infeliz al verse acorralado en la última secuencia) y una estupenda fotografía con un buen uso de luces y sombras.

La partitura está dentro del estilo clásico de Herrmann, el que se ha escuchado principalmente en las películas de Hitchcock. Una música acorde a su género por una parte, pero también dedicada a la enfermiza mente del personaje interpretado por Mitchum, y desde luego perturbadora.

Cuatro notas descendentes componen el tema central que se escucha en la obertura, primero por los metales y después por las cuerdas. Va evolucionando a lo largo de la película en unas variaciones que apoyan instantes de terror o de intriga o de acción .


En el minuto 1,26, en la secuencia primera en Cape Fear convierte el tema en un motivo lírico para pasar poco a poco, y de nuevo, al ambiente de angustia y miedo. En este regreso al terror, en el minuto 4,45, las cuerdas, durante unos instantes, nos hacen escuchar el chapoteo del agua producido por la barca que se acerca al refugio de las protagonistas, un uso de sonidos onomatopéyicos como ya hizo en otras de sus partituras, lo primero que viene a la memoria son los violines de Psicosis en la escena de la ducha y la percusión que daba vida a los movimientos de los esqueletos en Simbad y la princesa.


El tema principal se desarrolla durante más de diez minutos en la secuencia final, aumentando tanto el ritmo como el tono en el momento culminante de la pelea entre los personajes de Mitchum y Gregory Peck.





Coincidiendo con la muerte de Ray Bradbury, veo Fahrenheit 451, la siguiente partitura de Herrmann que quiero comentar. Una sencilla casualidad..

Fahrenheit 451 (Truffaut, 1966) ha perdido parte de su valor cinematográfico en lo que se refiere a la puesta en escena, no así en el mensaje-denuncia de un mundo dominado por el igualitarismo trivial e inculto al que lleva la ignorancia, la falta de capacidad crítica y la incultura fomentadas por el Estado mediante el aislamiento, el miedo o la violencia.

Durante los años sesenta y setenta se produce un cambio importante en la música de cine, el clasicismo va siendo sustituido en gran parte por la utilización de melodías sencillas, aportaciones de otras músicas como el jazz o el pop.... La música de Herrmann también evoluciona hacia unas características más cercanas al impresionismo, como sucede en Fahrenheit 451 o al jazz, caso de la partitura de Taxi Driver.

El ambiente futurista de la película precisaba, según el director, de una partitura de igual signo. Por otra parte consideraron que la banda sonora apoyaría más la historia si ofrecía un contraste entre la gravedad de la situación narrada (el totalitarismo reflejado en la quema de libros por un ejército de bomberos y la caza de los lectores y poseedores de libros) y una música suave en consonancia con el personaje femenino, una mujer militante pero pacífica, tranquila e idealista al igual que el mundo en el que viven las personas que han escapado a la persecución estatal y que defienden la perdurabilidad de los libros aprendiéndolos de memoria.

En los títulos de crédito está el Herrmann de siempre con su halo de misterio y su atracción hipnótica en un estilo similar al de Vértigo.


Un Herrmann algo más diferente es el que acompaña el trayecto del coche de bomberos y la quema de los libros requisados, apoyando la acción con contundencia. 

 



Emotividad, paz, reposo en la parte más hermosa de la partitura, la secuencia final, cuando vemos a los hombres-libro paseando, sentados o en su intimidad. La fuerza que va adquiriendo al final refleja el triunfo o, al menos, la fuerza de la libertad sobre el totalitarismo.







Taxi Driver fue la última película para la que Herrmann compuso, murió poco después de grabar su partitura.

Se trata de la historia de un veterano de Vietnam que no soporta el ambiente sórdido de las calles que transita de noche con su taxi, de sus traumas, de sus intentos fallidos para integrarse en la sociedad y de su camino inevitable hacia la violencia final. Es para mí la mejor película de Scorsese cuya obra, en mi opinión y exceptuando los documentales musicales, que no he visto, ha perdido calidad a partir de la realización de Uno de los nuestros dejando dos películas que, en contra de una buena parte de la crítica, me parecen sólo pasables: Casino y Gangs of New York.

El argumento de la película y el papel que juega en ella la ciudad precisaba de una partitura cercana al jazz. Herrmann no había compuesto anteriormente nada en este estilo y pidió ayuda a un músico amigo: Christofer Palmer que arregló una melodía antigua de Herrmann y que fue utilizada como tema principal. Es una melodía maravillosa en la que el saxo, acompañando la soledad del protagonista, hace que sintamos una cierta simpatía y comprensión hacia éste.


En contraste con la calidez de este tema está el que subraya las dificultades psicológicas del personaje protagonista con un importante uso del arpa y que también se utiliza, con una estructura diferente, al final de la película.


Un elaboradísimo fragmento es el que apoya la secuencia de los asesinatos. Las sonoridades que varían desde lo sombrío de las cuerdas, a la dureza de la percusión y al dramatismo de los vientos, que utilizan en parte el tema principal de la película en un tono más sórdido y desesperanzador, se alternan y se fusionan introduciéndonos en el horror, la tensión y la angustia conseguidas tanto por Scorrsese como por Herrmann.




5 de junio de 2012

Bernard Herrmann (5). La aventura y la fantasía

Uno de los cambios que hay en las bandas compuestas para los films de aventuras de Herrmann es la variedad y el aumento de los instrumentos de la orquesta: xilófonos, órganos y gran número de instrumentos de viento metal.

Simbad y la princesa


¡Qué bien me lo he pasado! Simbad y la princesa es una película entretenida, encantadora, con una dosis de ingenuidad que te traslada a la infancia y con unos monstruos maravillosos diseñados y construidos por un genio de la animación: Ray Harryhausen. La secuencia del enfrentamiento entre Simbad y el esqueleto es perfecta, preciosa y engancha de tal manera que no se pueden retirar los ojos de la pantalla ni por un segundo. Lo único que no me gustó fue la interpretación de Kathryn Grant en el papel de la princesa.


Obertura en la que a pesar de sus toques orientales está patente el estilo de Herrmann en la utilización romántica de las cuerdas y en las repeticiones que introducen al espectador en el suspense y en este caso en la aventura.


Genial, en la escena de la lucha entre Simbad y el esqueleto, la utilización del xilófono sirviendo de soporte a los movimientos del esqueleto y al choque de las espadas y, de nuevo, de vez en cuando, los toques de intriga y de acción.


El viento y la percusión utilizado en los momentos de acción como el primer encuentro con el cíclope.



Viaje al centro de la Tierra



Viaje al centro de la tierra es algo más floja que Simbad y la princesa pero también derrocha imaginación. Y además está James Mason..Por cierto que vaya despiste el mío, me sonaba cantidad Diane Baker en un papel mucho menos tierno hasta que la recordé intentando ligarse a Sean Connery en Marnie, la ladrona, ni comparación ese personaje y esa interpretación con la más convencional de la novia de Pat Boone en Viaje al centro de la tierra.


Su banda sonora es totalmente descriptiva y muy diferente a las otras composiciones que conozco de Herrmann.

Hermann prescinde de la cuerda, tan utilizada e imprescindible en la mayor parte de sus composiciones. Utilizó, además del viento y la percusión, cinco órganos que en la obertura parece que cumplen la misma función que las cuerdas de sus otras composiciones, pero que irá aportando una sensación más de irrealidad y solemnidad que de terror o intriga.

Predominan los tonos graves que, junto con la utilización del órgano, proporcionan la solemnidad propia de la majestuosidad del paisaje y su grandiosidad frente al hombre: amanecer ante el pico desde el que el sol iluminará la entrada hacia el centro de la Tierra , y, por otra parte, un ambiente religioso apropiado para la estancia entre las ruinas de Atlantis.

Utilización descriptiva también en las secuencias en las que participan los monstruos y ante los peligros que van surgiendo durante la expedición, algo que ya había hecho en la partitura de La isla misteriosa, más suaves en la secuencia en la que Pat Boone se pierde en un paisaje salino, muy bello por cierto, o en momentos en que las circunstancias dan un respiro a los expedicionarios.

Así hasta la apoteosis final con los protagonistas expulsados por fin a la superficie desde el interior de un volcás, la música sube de tono al mismo tiempo que la lava remonta a los personajes hasta el exterior..



Jasón y los argonautas



Jasón y los argonautas me ha decepcionado un poquito. Le falta garra, los actores son malos. En cambio la lucha de los tres argonautas con los esqueletos es estupenda, éstos y el de Simbad y la princesa son los mejores personajes de Ray Harryhausen. Sin Harryhausen y Herrmann la película habría quedado en algo muy mediocre.


El preludio es más convencional, menos personal de lo que acostumbran a ser los de otras películas de Herrmann.


Los mejores fragmentos son los que acompañan a las criaturas de Harryhausen., como ya sucedía en Simbad y la princesa.

El vuelo constante de las arpías, sus movimientos reiterativos haciéndole la vida imposible al ciego Fineo.


Los movimientos lentos y pesados del titán Talos.


Los vientos dan vida a la hydra y provocan el sentimiento de terror, acompañan la sinuosidad de sus movimientos, su lento avance hasta alcanzar a Jasón. 


Y al final, el ritmo vertiginoso, la percusión convirtiendo la lucha contra los esqueletos en una de las mejores secuencias de la película, proporcionándole una veracidad y un realismo rotundos.