29 de abril de 2016

El centro de Singapur y la National Gallery

Little India, Singapur, 29 de abril de 2016


Impresión de vida un tanto agitada en estos dos días de estancia en Singapur. Ayer fue caminar durante gran parte del día por el centro de la ciudad y el barrio árabe, hoy confundimos el Art Museum con la National Gallery, el primero no tenía demasiado interés y optamos por marcharnos a la National Gallery.

Cuando visito los museos de arte de países con una cultura diferente de la nuestra y cuyas obras artísticas no suelen verse en occidente voy con la idea de descubrir a un nuevo autor. Hoy ha sido Fujita Tsuguharu, su obra Café es el retrato de una mujer en el París posterior a la segunda guerra mundial, un retrato en el que la suavidad de los tonos y una cierta inocencia o ingenuidad en el trazado del dibujo contrasta con la expresión de decepción, soledad y quizá escepticismo que refleja la mirada, el gesto de la mujer enmarcado fuera del resto del cuadro por el negro de su vestido. Después fue reencontrarme con Affandi sobre el que escribí unas líneas en alguno de los posts de Indonesia y con los colores de Rouault.

De la belleza de Singapur hablan más las fotos que lo que yo, más bien cerrada a la escritura en estos días, pueda decir.










































28 de abril de 2016

Hinduismo en Singapur

Little India, Singapur, 27 de abril de 2016


Paseamos por Little India, el barrio donde está nuestro hotel en Singapur, zona india como su nombre indica. En Singapur hay una mayoría de chinos pero la población india es importante. Calles estrechas llenas de tiendas con sus puestos fuera, restaurantes, fruterías, tejidos, joyería, herramientas, de todo en este barrio de olor y colores indios. Es de noche, un templo hindú, iluminado, gente dentro y en los alrededores, entramos. He visitado estos templos en varias ocasiones y me sigue llamando la atención el ambiente en el que las plegarias, los cantos, los creyentes inclinando la cabeza con las manos juntas en señal de adoración se cruzan con las risas, las conversaciones, el uso de los móviles, algunos comiendo o bebiendo, paseando sin más. Quizá me llamaría menos la atención si no fuera porque a ello se añaden unas imágenes que en ocasiones rayan con lo macabro y lo ridículo a la vez. Lo macabro se puede decir también de muchas de las imágenes que a lo largo de los siglos ha utilizado el catolicismo, pero quizá el epíteto de ridículo tenga en este caso un valor diferente. Las fotos que acompañan estas líneas son ejemplos de la contradicción entre lo espiritual y lo más cotidiano, como la joven casi llorosa inclinándose una y otra vez ante su deidad con los auriculares puestos o las imágenes de los sacerdotes.