30 de noviembre de 2010

Un mero murmullo



Paseando por el olivar escucho en Videodrome, de Radio 3, fragmentos de Mi nombre es Joe y Solas. Mi nombre es Joe es la historia de un ex-alcohólico que se dedica a ayudar o colaborar con la gente joven de un barrio marginal, mientras él poca ayuda recibe de una sociedad que no perdona las equivocaciones ni los malos pasos. “Algunos no pueden ir a la poli, algunos no pueden pedir un crédito en el banco, algunos no pueden cambiarse de casa y salir de aquí, algunos no pueden elegir” le dice Joe a Shara, una asistente social que intenta ayudarle pero que no es capaz de penetrar en la realidad profunda de su existencia, pertenece a otro entorno y no puede traspasar la frontera que separa el mundo de Joe del suyo. 


En Solas, María, otra mujer maltratada por su infancia bajo la brutalidad de un padre alcohólico, por su trabajo, por su relación con un hombre para el que sólo es un objeto sexual, no halla más ayuda que la del alcohol hasta que encuentra la amistad de un vecino, un anciano también cargado de soledad al que le ha acercado su madre, una tercera solitaria con una sabiduría de las pequeñas cosas cotidianas y una humanidad de las que hasta ese momento carece María. Joe y María, perdedores solitarios y marginados sin posibilidad de elegir.

¿Y? pues que poco hago fuera de mis cosas, que soy una afortunada que vive una vida cómoda con tal número de posibilidades de elección que en ocasiones parece que me falta tiempo, y que quizá tendría que salir de mi burbuja al mundo. Pensamientos que se me cruzan de tarde en tarde, en un manso murmullo y que se quedan guardados en un rincón hasta que algún detalle en una conversación, en algo que escucho o veo los saca a la luz de nuevo. Entonces se pasean por mi corazón y mi cabeza dejando mi ánimo un tanto menguado y luego regresan a su rincón sin apenas dejar rastro.



26 de noviembre de 2010

La mujer del año


Reviso mi blog y ¡qué curioso! mis últimas entradas en el blog: 26 de agosto, 26 de septiembre, 26 de octubre, ni que me hubiera impuesto un calendario ¿será el 26 mi número mágico?

La mujer del año (George Stevens). La primera de las películas con Spencer Tracy y Katharine Hepburn juntitos, una comedia en la que, como en otras protagonizadas por ellos, se plantea la lucha de sexos, esta vez entre un periodista deportivo y una periodista especializada en política que son pareja. Flojita en su segunda parte. En equilibrio entre la posible caída hacia un elegante machismo y la reivindicación de una moderna apertura en el reparto emocional de papeles en la pareja. Por encima de los hechos que forman el argumento, aparentemente más igualitarios, al final de la película gana él; en 1942, año de su filmación, quizá fuera más rompedora por el hecho de que ella siga con su trabajo, pero si lo hace es porque es él quien se lo permite al apostar por una solución media en la que ella asuma sus obligaciones de esposa en menoscabo de su actividad profesional, y eso que ésta ostenta una mayor calidad e importancia que la del personaje de Spencer Tracy. Por cierto que lo mismo sucede si se compara su trabajo como actores en esta película, Hepburn le supera con creces.



¿Cuánto queda del juego de papeles de la película en el mundo real de la pareja actual? Creo que bastante. Hay un reparto ¿inevitable? de comportamientos, conductas, tareas que se van asentando con el paso del tiempo. Bien, a primera vista no parece algo importante, pero sí puede ser causa de conflicto si uno (o una) no tiene el suficiente sentido del humor como para capear temporales desatados directa o indirectamente por ese reparto de papeles y la otra (o el otro) carece de la ductilidad necesaria para compartir lo aparentemente insignificante, esos momentos en que el cuerpo se rebela o aparece un sentimiento de frustración ante situaciones en que las ideas forjadas durante los años de juventud quedan arrinconadas por la realidad del día a día y el paso del tiempo.

Llegaron los cazadores. Disparos, gente en el olivar… Me esperan unos cuantos meses de paseos de fin de semana menos agradables.