7 de julio de 2013

Reflexiones viajeras: Pakistán


Escultura de Vigeland en Oslo 1995

El texto lo escribí en 1999 en Shiraz, tras cruzar la frontera entre Pakistán e Irán. Los datos pueden haber cambiado algo pero creo que el fondo es de completa actualidad y aplicable no sólo a los países gobernados desde el islamismo radical sino también a otros radicalismos  religiosos e ideológicos que de manera similar, aunque menos aceptados como tales, favorecen la discriminación, el miedo, la distinción de clase, la falta de sentido crítico. No tenemos mas que mirar a nuestro alrededor.


"¿Qué camino recorren las percepciones, cómo provocan sentimientos o pensamientos dispares? Sin necesidad de actos concretos a veces basta una mirada, una postura, para despertar nuestra afectividad o nuestro rechazo. ¿Cuántas cosas se le van presentando a esta percepción en su camino? ¿El propio orgullo, el análisis social, el grado de cansancio ante una civilización, unas costumbres, educación, cultura que chocan con la nuestra? En Pakistán hay un 25% de alfabetización, un 15 entre las mujeres. En el departamento del tren viaja con nosotros una familia, pareja con dos niños entre tres y cinco años. Por la noche el padre atendía cuidadosamente a sus hijos bajando y subiendo a las literas, llevándolos al servicio, mientras la madre dormía. Me gustaba. Ahora me siento empalagada por esa atención, solicitud agobiante hacia sus hijos. Les da un biberón, les acerca un plátano para que vayan comiendo. El extremo opuesto de la calle. Cuando un vendedor de calle se sienta enfrente de la puerta del compartimento la cierra sin consultar a nadie, la abre de nuevo cuando se ha ido. A la hora del desayuno se aposentan tranquilamente ocupando el espacio del iraní que ha bajado a pasear al andén. Veo en la mujer, y también, aunque menos, en el hombre un gesto de suficiencia desagradable. Somos de aquí, de un país con armas nucleares, buenos frente a los malos indios, no sabemos leer ni escribir pero no importa, tenemos claro que Cachemira es nuestra, que somos musulmanes y llevamos razón en nuestras creencias; mujeres hermosas bajo sus fundas de saco de patatas, libres recluidas en las casas de sus esposos, felices (?) de que las hayan salvado del oprobio en el que vive la mujer occidental; no importa que los trenes sean los mismos que utilizaban los ingleses y que estén en la misma situación en que los dejaron, ni que la mierda brote por doquier en las ciudades, somos musulmanes, no nos gustan los saris, esos saris multicolores que iluminan las calles y los campos llenos de la misma basura, mucho más hermoso una tela oscura que cubra por completo esa posesión exclusiva nuestra mientras las estaciones, los paseos de los pueblos, los establecimientos están llenos de hombre solos, que hablan desde la seguridad viril que les proporciona sentirse dueños de lo que les rodea y estar en la verdad, hombres que pasean cogidos de la mano, que se abrazan tiernamente porque son así de cariñosos y ¿quién sabe si porque sólo conocen a esa mujer que tienen guardada en casa? Bella porque está oculta, feliz porque está a salvo de peligro de la vida que pulula fuera de sus cuatro paredes de adobe y de tela; ni siquiera ha tenido que molestarse en decidir en qué lado de las paredes quiere estar. Revoltijo de sensaciones e ideas sobre un país que parece ir hacia abajo sin posibilidad alguna de salvación. Mientras un extraordinario paisaje de arena, pequeños oasis, ocres, verdes, grises, bajo un cielo uniformemente azul cielo aparece como ajeno a toda esta miseria social y personal que le ha tocado mantener en su suelo."

Vancouver 2001

Vaticano 2009
Vaticano 2009