10 de junio de 2016

Luang Prabang y Miyazaki

Luang Prabang, Laos, 10 de junio de 2016


Luang Prabang es una ciudad tranquila, pequeña, agradable para dar un par de paseos, con bonitos templos y un mercado nocturno con mucho ambiente... y también mucho humo. La biblia viajera se vuelve a pasar dos pueblos al ponerla como una de las ciudades más bellas del sur de Asia.

Estamos en plan tranquilo, una habitación con luz, aire acondicionado, ducha y situada junto al patio y un restaurante al lado con buena comida y buen precio, todo cercano al centro nos da la oportunidad de hacer vida tranquila y casera. Pasear, tomar algunas fotos, visitar un muy bonito templo del siglo XVI cuando Laos era aún un reino independiente, el Wat Xieng Thong y subir unos cuantos escalones hasta lo alto de la colina Phou Si donde hay un pequeño templo y una vista sobre la ciudad.
La verdad es que me gustan las motos. Ahora, mientras me fumaba un pitillo, como decía mi padre, en el patio, salía de la calle de al lado un motorista. Lo veía elegante. La pena es que soy algo timorata y me da cierto miedo ir en moto, recuerdo las dos veces que hemos cogido motos para ir a un hotel y tengo buenos recuerdos. El primero, de noche, sujetándome al agarradero de atrás con fuerza en medio del tráfico de Krabi, en Tailandia, y la segunda, la más divertida, en Saigon. Una mujer más que decidida que daba sopas con onda a todos los moteros que intentaban conseguir el viaje, me agarró por el brazo, me puso el casco, de cualquier manera, todo hay que decirlo, se me iría cayendo durante el trayecto, fue a toda velocidad, sorteando coches, motos y tuc tucs durante unos cuantos kilómetros hasta una calle en la que queríamos buscar hotel. Cuando me bajé estaba atontada, nerviosa y divertida a la vez. La verdad es que fue un rato genial.

Anoche vimos El viento se levanta, de Miyazaki. Pego aquí la crítica que publico en Film Affinity.
" Da lo mismo que El viento se levanta sea la última película de Miyazaki. No hay por qué esperar la obra de arte final, de hecho sucede a menudo que las películas intermedias o incluso las primeras en la filmografía de buenos directores sean mejores que las que se da por llamar testamentos o despedidas.

Hacía tiempo que no veía cine de Miyazaki y me apetecía mucho ver El viento se levanta. Comencé entusiasmada ante las primeras escenas de la película, los personajes infantiles son una obra de arte en el cine de Miyazaki, y ese sueño que vive Jiro, esa fuerza con la que lo va convirtiendo en realidad son lo mejor de la película.

El problema es que el film fue convirtiéndose en una historia más bien tópica, narrada como si fuera un collage de momentos en la historia del protagonista, lo cual no tendría por qué ser negativo en sí mismo si no fuera porque datos, vivencias propias y necesarias para una visión más completa de lo que vive Jiro no se muestran; sucede con las dudas que parece tener respecto a la utilización que se haga de su trabajo, y más aún ante la relación con esa jovencita tan dulce que casi es empalagosa, y que no se parece en nada a las mujeres de sus películas (son un descanso las breves apariciones de la hermana de Jiro). Hay momentos que dejan respirar entre la monotonía, algunos de los sueños de Jiro por ejemplo. También salvan en parte la obra, los personajes, típicos pero no por ello aburridos, del jefe de Jiro, de Caproni (muy bellas las imágenes en las que les acompañan los aviones repletos de gente) y del alemán exiliado, este último mejor aún por la personalidad que le confiere el tratamiento del dibujo, sus facciones, sus gestos, actitudes y su bien controlada presencia, ni un minuto más ni uno menos para cumplir su papel.

No me gustó la escena final, por una parte está rayando con el tópico sentimental en su tratamiento y por otra la falta de una presencia mayor de los planteamientos de vida de Jiro a lo largo de la narración hace que no tenga sentido.

¡Vive! le dicen. Podría no ser así si Jiro se hubiera planteado en algún momento si esa vida en la que su interés y emoción por su trabajo pasan por encima de los acontecimientos en su país y en el mundo y de lo que viven y pueden necesitar sus personas más cercanas es una vida que le satisface 
realmente. No es así, Jiro parece que no puede evitar vivir a su aire.

Por supuesto la animación y la música son pura poesía. En eso Miyazaki y Hisaishi siempre han sido maestros excepcionales."

























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