Dormía en mi pequeño cuarto de roedor civilizado,
cuando alguien sopló en mi oído estas palabras:
“Duermes, vencido por fantasmas que tú mismo engendras,
y mientras tú deliras, otros besan o matan,
conocen otros labios, penetran otros cuerpos,
la piedra vive y se incorpora,
y todo, el polvo mismo, encarna en una forma que respira.”
Octavio Paz
Hester Prynne no duerme. Un día cerró los ojos al mundo que la rodeaba y miró hacia dentro. Hester Prynne se encontró con ella, y decidió despertarla. Luego llegaron los otros: Dimmesdale, Chillingworth, los hombres y las mujeres de su ciudad y quisieron que se abandonara y regresara con ellos. Pero Hester Prynne ya no era la misma, se había incorporado, respiraba y su fuerza crecía de tal forma que aquellas personas comenzaron a asustarse, a temer que les desvelara de su tranquilo sueño. Y la marcaron con la letra escarlata. Y entonces Hester Prynne decidió vivir.
6 comentarios:
Desde el lejano Pacifico la certeza, cada vez mas la certeza, de un continuo despertar, de un lejano horizonte que incorporar a los sentidos, de un cercano escenario en el que dormitar y hacer poesia, esperando un trazo de luz, como una aurora boreal, brotando en el horizonte de una tarde. Todo cabe en el peque;o mundo de nuestras expectativas.
yo no se escribir tan solo se decir te quiero amiga mia para siempre. Espero que sigas escribiendo tan estupendamente y que disculpes a los que sólo sabemos quererte
Una motivación para leer la novela. Me gusta le fusión del texto de Paz con la imagen y tu texto.
Lucía
Querida Hester: no hay más camino que el que uno se traza, y cuando lo hace, serpentea entre la gente como lo hace una hormiga diminuta, para quien la hierba es una selva, entre los gigantescos e inconcebibles árboles del bosque: a su sombra, pero completamente ajena a ellos.
Gracias anónimo; me gustaría que firmaras, no sé quién eres.
Bien, ya sé quién eres; me alegro de que participes.
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