17 de junio de 2015

Algunos apuntes

Cagliari, Cerdeña, 16 de junio de 2015


Noche de lluvia junto a un lago, las estrellas de nuestro hotel se escondieron tras las nubes y en mitad de la noche tuvimos que refugiarnos en el coche, apenas dormí, mis meniscos, mi bursitis y mis tendinitis, (¿la edad?) no facilitaban el hecho de encajar mi cuerpo en el asiento de atrás de un Fiat Panda.

Ruinas de Barumini. El mayor yacimiento de la cultura nurágica de Cerdeña. Interesante, pero a mí lo que me gusta es pasear a mi aire entre las ruinas. Una guía que sólo hablaba italiano se dirigía a cuatro japoneses como si estos hubieran recibido el don de lenguas. Ellos la sonreían y miraban a su alrededor como invitados de piedra.

Y como seguía amenazando lluvia cambiamos nuestro hotel multiestrellado por dos noches en una casa perteneciente a una granja con gallinas, conejos, corderos y cerdos. Un lugar tranquilo y agradable, casa completa para nosotros solos con jardín y aislada en el campo. Una maravilla; eso sí, con una pulga incluida que se coló en la habitación y cuyas huellas aún soporto. Cerca, el sendero Mazzani, cuatro o cinco horas de pasegiatta por la montaña, una caminata preciosa.

Último día en Cagliari, visita al museo arqueológico y a la pinacoteca. Eso de que en todas las ciudades haya una pinacoteca tiene gracia, colección de pinturas importantes quizá para la historia de la ciudad pero que no aportan nada al visitante.

Y aquí ando ahora, despistada en la habitación, como quien espera la salida del avión de mañana. Me siento en un momento de tránsito entre mi incorporación al viaje, meras vacaciones de una semana en Cerdeña, y el viaje como forma de vida.












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