3 de febrero de 2016

¿La naturaleza o nosotros? Parque Nacional Abel Tasman, Nueva Zelanda

Lago Rotori, Parque Nacional Nelson Lakes, Nueva Zelanda, 3 de febrero de 2016


Cambia de país, cambia tu tipo de vida, al menos en parte. Cuando viajábamos por los países de Centroasia comentaba yo en un post lo bien que me sentía adaptándome a diferentes costumbres cada vez que entrábamos en un país o en una cultura distinta. Al pasar de Indonesia a Nueva Zelanda el cambio ha sido, como es lógico dada la gran distancia cultural y económica entre ambos países, mucho más significativa. Transporte público por coche alquilado, subidón de presupuesto con lo que se acabaron los restaurantes y los hoteles a no ser que no quede más remedio, ahora camping, hornillo y supermercado,  carreteras tranquilas, velocidad controlada, desaparecieron los timadores de tres al cuarto para ser sustituidos por los timadores profesionales, un ejemplo, veinticinco euros más o menos por un trayecto de media hora en watertaxi compartido, algo así como un minibus acuático; en compensación no hay que pagar en los Parques Nacionales cuando en Indonesia te cobraban por darte un paseo de media hora para ver unos manglares o unos reptiles o para acercarte a una garganta porque para todo necesitabas un guía. De momento me gusta este país, gente alegre, bellos paisajes, vida tranquila.

Ayer anduvimos por un sendero a lo largo de la costa en el Parque Nacional Abel Tasman. Salimos poco antes de las seis de la mañana para que no se nos eacapara la belleza del amanecer. Fueron cuatro horas de ida y otras tantas de vuelta, nada de coger el watertaxi, por un camino bien trazado entre vegetación más propia del trópico que de la latitud en la que se encuentra este país. El mar quedaba abajo pero cada vez que entre los acantilados se divisaba una playa, allí había un cartel señalando un camino hacia ella casi siempre con la posibilidad de acampar, campings libres donde la colocación de una letrina no ha socavado los presupuestos municipales o estatales. Se lo montan realmente bien los neozelandeses en este asunto del disfrute de la naturaleza, equilibrio entre su cuidado y protección y el derecho de las personas a disfrutarla. Respeto a una y a otros, ni legisladores que parecen no haber dado un paseo por la Pedriza, pongamos por caso, y se quitan los problemas de encima limitándose a legislar prohibiciones o en caso contrario a sacar dinero del destrozo del paisaje, ejemplo nuestra costa mediterránea, ni ecologistas fundamentalistas para los que defender una margarita es más importante que la posibilidad de que una persona viva la naturaleza, o, y ahora recuerdo el tema de los lobos en la sierra madrileña, que pueda defender sus recursos frente a la multiplicación de una especie. La naturaleza y nosotros como pertenecientes a un grupo de seres vivos que habitamos el planeta o como enemigos en perpetua y sistemática lucha. Vaya si tenemos que aprender.

Hoy pasamos el día junto al lago Rotori, en el Parque Nacional Nelson Lakes.




















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