4 de marzo de 2016

"La hortelana se me pierde en la selva " Otra versión

La primera versión en el post de Alberto http://elchorrilloviajar.blogspot.co.nz/2016/03/la-hortelana-se-me-pierde-en-la-selva.html?m=1


Broken Hill Campsite, peninsula de Coromandel, Nueva Zelanda, 4 de marzo de 2016


Hoy el camino era diferente a lo acostumbrado, hoy era una senda, una senda estrecha y pendiente trazada sencillamente para atravesar un bosque tupido, más parecido a los que recorren muchas de las montañas españolas. Y se agradecía porque aumentaba la belleza del trayecto. Desde el principio subía y subía sin dar respiro. El río bramaba en el fondo de la pendiente de la selva. Habíamos remoloneado y rezado por la mañana y se nos había hecho demasiado tarde para que una luz más apagada resaltara los colores  de la vegetación, la tierra y las rocas.

En un momento, mientras ascendíamos, Alberto se detuvo a escribir. Suelo ser paciente y esperar a que termine su parrafada metafísica para comer, dormir o, como en este caso, continuar andando, pero esta vez no lo hice y continué la marcha. Seguí y seguí subiendo mirando de vez en cuando hacia atrás para ver si mi chico escritor había terminado y se le veía al fondo del camino, pero nada, no aparecía. Cualquiera se paraba a esperar en mitad de la cuesta. Así que continué hasta llegar a un trecho en el que la senda se hacía horizontal por un ratito. Pasaba el tiempo y nada, que mi chico debía de estar escribiendo sus memorias o cosiendo el bosque con su cámara así que me senté tranquilamente a esperarle. De pronto, a lo lejos me pareció escuchar su voz, sí,  me estaba llamando, Victoria! Victoria!  Según él, dijo primero Pichona, mi apelativo de cuando está cariñoso, pero no lo creo, en casos como éste piensa que me he perdido o que me he caído por un terraplén y me he roto en pedacitos o estoy ahogandome en el río. El caso es que yo, apurada, respondí rápidamente, Aqui! Arriba! Y él Victoria! y yo Arriba!  Incluso ensayé el piuuuu familiar de cuando íbamos con nuestros hijos y alguno se alejaba más de la cuenta o, me acuerdo ahora, de cuando llegamos en una ocasión a la plaza de San Marcos en Venecia donde habíamos quedado con Mario y su amiga Micaela y nuestro  piuuuu fue respondido desde el centro de la plaza y en medio de la multitud por nuestro hijo. A mí  el piuuuu me queda siempre un poco ridículo  pero me metí  la vergüenza en el bolsillo y repetí y repetí hasta que por fin me oyó. Y es que mi chico el escritor es algo duro de oído y aunque dice que se orienta mejor que yo, lo de estar arriba o abajo no lo controla más que cuando estamos en plenos rezos mañaneros como el que nos impidió salir tempranito a sufrir la cuesta. Venía, como era de esperar, algo enfadado y me dijo con esa voz tan cálida suya que me arrebata, que no me separara tanto, como si a estas alturas de cuarenta años juntos me fuera a molestar en buscarme otro con lo complicado, costoso, difícil y duro que es eso de la convivencia. A partir de ahí continuamos amarraditos los dos como dice la canción.

Las fotos son de nuestro paseo de ayer hasta la Catedral Cave en la costa este de la península  de Coromandel. Hoy nos enteramos de que nuestro perro Thalos está  muy enfermo y, quizá por ello, se me fueron las ganas de hacer fotos. Sólo está  la vista que había desde lo alto del recorrido de hoy.































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