13 de enero de 2010

Ucrania. De los Cárpatos a Kiev




Cerca de Vorochka, en los Cárpatos, Ucrania, 25 de agosto

Año 2009, Europa, “mundo civilizado” ¿Qué coño hizo la Unión Soviética en este país durante tantos años para que la pobreza salte a la vista, las chozas alternen con las estaciones de ski utilizadas por algunos rusos y el nivel de concienciación ciudadana sea tal como para que la basura se amontone como si recorriéramos un país tercermundista africano? Basta con la pregunta, a veces nos agarramos en demasía a las ideologías y no vemos la realidad o la justificamos con la pura teoría.

Cerca de Kiev, 29 de agosto

Además de mirar, una debe informarse (y viceversa). Me desdigo de lo escrito el día 25; fue la visión de una parte de los Cárpatos, después la cosa cambió. Ucrania es un país al que le queda tiempo para desarrollar las regiones menos favorecidas, hacer prosperar a los grupos sociales más humildes, jubilados por ejemplo, pero que parece marchar por un camino de progreso. Salvando la era Stalin, Ucrania, en tiempo de su pertenencia a la URSS, se industrializó y avanzó económicamente. Otra cosa era su derecho a la independencia perdido con el tratado de Versalles y el de Riga y no conseguido hasta la desaparición de la Unión Soviética. Tampoco los gobiernos post-independencia han sido una maravilla, la corrupción ha hecho sus estragos.
Hay detalles que agradan, como la tendencia a resolver los problemas prácticos más que la incitación al consumo, ejemplo: los apartados de las autovías o carreteras importantes centroeuropeas no han mejorado desde hace años con la excepción de aquellas en las que se encuentran cualquier establecimiento que produzca movimiento de dinero, en Ucrania (hasta ahora al menos) los apartados de la carretera tienen contenedor de basura, letrinas y un lugar elevado donde subir el vehículo y poder solucionar los problemas leves que pueda tener el coche o el camión.
Hay detalles que molestan, ejemplo: la cantidad de desperdicios que se encuentran por todas partes en cuanto nos salimos de la carretera, sean campos, caminos, bosques… y sin que la belleza mayor o menor del lugar influya en ello.
Subimos al monte Hoverla, el más alto de Ucrania y símbolo político: una vez al año el presidente Yushenko sube a su cima donde se encuentran un monumento y un aro en el que la gente ata pañuelos con inscripciones en honor a la Constitución ucraniana.



Kolomyya es una linda ciudad con un interesante museo sobre los utensilios, muebles, habitaciones, modo de vida de los hutlus, población originaria ucraniana.




Kamenec-Podolski tiene una parte antigua en la que destaca la fortaleza, rodeada por el cañón del río Smotrych.


Comemos magníficamente: calidad, presentación y atención. En general nos hemos chupado los dedos casi a diario desde que salimos de Madrid, pero aquí casi te evitas el tener que mirar el precio antes de decidirte por el restaurante.






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