18 de enero de 2016

Indonesia, un país laico

Candikuning, isla de Bali, 17 de enero de 2016.


Cada día, a eso de la una de la tarde, el cielo comienza a oscurecerse y entre las dos y las tres cae el primer aguacero con rayos y truenos amenizando el ambiente. Durante la hora u hora y pico que dura ni se ve apenas tras la cortina de agua, ni se oye otra cosa que el estruendo del agua sobre los tejados, sobre el asfalto, sobre los paraguas, sobre los coches. Poco a poco el ruido va disminuyendo despacio a la vez que algo de claridad va apareciendo en el cielo, los relámpagos y sus truenos hace rato que se alejaron. Hay que aprovechar para avanzar lo más posible hacia el lugar de destino antes de la siguiente descarga de agua que acabará de convertir las calzadas en ríos y las deformaciones de las aceras y los arcenes en pequeños lagos. Y así hasta media tarde en que las nubes descansan hasta el día siguiente que amanece bajo un sol radiante.

Hoy por primera vez no nos mojamos, salimos del Jardín Botánico relativamente pronto y poco después de las doce estábamos comiendo. Cuando llegamos al hotel, tras hacer la compra de la cena y el desayuno, ya caían las primeras gotas. La lluvia en este país, va disminuyendo lentamente pero cuando comienza no tiene término medio, primero las gotitas y a continuación el chaparrón.
Esta mañana madrugamos para ver amanecer en el templo Ulun Danu Beratan. Bonito amanecer, con la calina deslizándose por la superficie del lago y bonito templo, es el templo hindú - budista que más me ha gustado por su sencillez al lado de la amalgama de figuras, telas, ofrendas de todo tipo y ornamentación barroca que presentan la mayoría de ellos, sobre todo los hindúes. Lo de hindú - budista es así, no ha sido una interpretación mía, es algo que se repite por el país debido a las esporádicas uniones entre dignatarios budistas y princesas hindúes o viceversa. Por cierto que, mientras escribía esto último, se ha oído la voz del muecín en su llamada a la oración. Indonesia, un país laico con varias religiones y una población que sabe convivir entre religiones, hábitos y costumbres diferentes. Y que no me vengan a decir lo contrario basándose en atentados y en la existencia de radicales apuntados al ISIS. El espíritu de una población se ve en la calle, en las relaciones de la gente común, en el día a día de los mercados, los jardines, los cafés, etc. Hoy, domingo, fiesta común para todos, tengan un día u otro de culto religioso, sin ir más lejos, en el Jardín Botánico había una multitud de personas, y en ella se mezclaban los pañuelos de las mujeres musulmanas, la vestimenta propia de las celebraciones hindúes, los pantalones cortos y las camisetas sin mangas. Grupos de jóvenes católicos, hindúes, musulmanes o sin ninguna apariencia religiosa llevaban a cabo sus actividades de juegos, cánticos, escalaban y se divertían en el parque con las tirolinas y los complicados juegos de equilibrio a unos cuantos metros del suelo. Al mediodía las familias tendían sus manteles sobre la hierba y asaban sus pinchos de carne o pescado disponiéndose a comer antes de que la lluvia arreciara. Total naturalidad entre unos y otros.

El Jardín Botánico es un cuidadísimo recinto de unas ciento cincuenta hectáreas en las que hay zonas dedicadas a diferentes tipos de plantas, orquídeas, cactus, begonias, un jardín acuático, plantas medicinales y flores de ceremonias religiosas. Además bancos y servicios abundantes, no como en nuestro Madrid donde hay que pelearse por utilizar uno de los escasos bancos, muchas veces sin respaldo y pura piedra y donde para utilizar un baño hay que tomarse un café o una cerveza.

Si pongo aparte, en un rincón a los cazaturistas, éste es uno de los países en los que me encuentro más a gusto.






















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