15 de noviembre de 2015

Así es la vida. Crepúsculo en Tokio, de Yasujiro Ozu

Tokio, 14 de noviembre de 2015.


Diluvia en Tokio. Fotos bajo la lluvia en el parque de Ueno, donde están los museos más importantes de la ciudad. Hoy entramos en el de arte moderno. Había una exposición sobre Monet, una multitud hacía cola en las taquillas. Desistimos de entrar, a mí Monet no me entusiasma y ver sus pinturas como se ve la Gioconda en el Louvre nos parecía poco atrayente, así que paseamos por las otras salas. Hay un interés y un gusto entre los japoneses por los diseños de telas y los trabajos hechos con hilo o seda a los que nosotros no estamos acostumbrados, podemos verlos con agrado pero a pesar de su valor artístico no tienen cabida en nuestros museos de arte, los tratamos más bien como un trabajo artesanal de una categoría menor y la verdad es que había obras merecedoras de reconocimiento artístico. La segunda sala estaba dedicada a pintura. Una mezcla de estilos hacía más atractiva la visita. Impresionismo, simbolismo, realismo, surrealismo... había un poco de todo predominando la calidad y la personalidad. Pasé un buen rato, lo disfruté.

En mi anterior post decía que la palabra follón posiblemente no tendría traducción al japonés teniendo en cuenta lo organizados que están cuando se mueven por la ciudad. Lo retiro, la Ameyoko Arcade es una larga y estrecha calle abarrotada, a los lados tiendas con los puestos al exterior, peacaderías, zapaterías, chiringuitos para comer, ¡kebabs!, restaurantes... Sí, a todo el género humano, sea de donde sea le va el follón, en un museo porque no queda más remedio o en este caso disfrutando del apelotonamiento del personal y del ambiente callejero.

Vemos Crepúsculo en Tokio, de Ozu. Una historia sencilla, planos fijos, cámara a la altura de los ojos de los personajes, diálogos cotidianos, un par de planos, unos árboles, una calle y pasamos a otro capítulo del relato en silencio o acompañados de una música suave y de aire popular, actores austeros en sus gestos y su entonación. Todo así de sencillo, pero Ozu en sus películas muestra la complejidad del ser humano, su problemática común a toda época y lugar y lo hace por medio de una sencillez que aumenta el dramatismo de unas vidas resignadas, adaptadas al medio y a la tradición, "así es la vida" parece decir. Los hombres se preocupan por sus seres cercanos pero no se atreven a romper con su papel aprehendido durante siglos y que en el fondo les deja disminuidos ante las situaciones a las que tendrían que enfrentarse. Las mujeres sufren una presión social que las deja sin fuerza para vivir mínimamente su propia vida, y si lo hacen pagan cara su valentía. "Así es la vida".




























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