Xincheng, Taiwan. 25 de noviembre de 2015.
Esta mañana cuando paseábamos por la garganta de Shakadang junto al río del mismo nombre, un grupo de colegialas me rodeó mientras fotografiaba las hendiduras de una roca; se miraban y reían asombradas de verme inclinada hacia la piedra en cuestión haciendo una foto en la que no había ni paisaje ni personas ni ningún otro bicho viviente. El paisaje era espectacular en algunos de sus rincones, entre los caminantes había rostros atractivos y sin embargo allí estaba esa turista occidental fotografiando una simple piedra. Y es que hoy los colores y las texturas de las paredes del desfiladero, la espuma y la transparencia azulada del agua corriendo entre los escollos rocosos y los cantos del lecho del río era lo más hermoso del camino. Un estrecho sendero junto a la pared de la garganta daba también la oportunidad de disfrutar de formas y colores únicos.
Volvemos a Madrid. Mi madre tiene problemas graves de salud y está hospitalizada.
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